miércoles, 1 de junio de 2016

la noche encendida

El sol comienza a esclarecer las avenidas. Media luna brilla en sintonía con la luz de tus pupilas. Casi siempre callo lo que me recorre por dentro al tenerte en frente. El viento sopla y se lleva una a una las noches en las que me envuelves. Ya sólo reconozco el olor de tu nuca, el pesar de tus párpados en tus días malos. Pisándome los talones va la madrugada, que acaba antes de darnos cuenta, como casi siempre. Apuro las últimas caladas del cigarrillo camino a casa. Te escribo en el humo que me amordaza,siendo consciente de que al ser humano se le escapa la esperanza. Y tú te conviertes en mi credo, tu piel mi única religión. Me has robado las horas de sueño a cambio de los besos, del exceso de sed de tu cuerpo. Bajo por tu ombligo y llego a mi calle. Algún pajarillo susurra tu nombre y me deshace. El cántico de las noches voraces, deslizando tu mano por mi entrepierna y yo me pierdo en nostalgias innecesarias. Me reescribo al amanecer. No suenan ambulancias, el barrio en calma. Puede que esta sea la poesía más larga. Ya casi llego a casa. En cualquier esquina alguien descansa de la realidad, de la pérdida. No se si dormir o soñar con volver a rozar tu pecho en silencio.

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