miércoles, 1 de junio de 2016

Incerteza de mis días tu sonrisa que a veces se enfría. Alma irrefrenable corre como electricidad por cualquier cable. Las tardes se tornan grises y la noche elude antiguos paisajes sobre tu pecho. Tormenta de verano, rotos, descosidos, abrazos de segunda mano. Quiero tu cielo en mis nubes, tu miedo en mis entrañas. La tristeza siempre fue tan necesaria. Incomprendida sensación de calma. Te disfrazas cada madrugada, nos adentramos en el bosque de ríos de agua salada. Nada pesa más que el despertar antes del alba y redescubrir nuestras múltiples caras, alegres, ensimismadas. Las cosas que se demuestran nunca son intencionadas. Ni en las buenas ni en las malas.

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